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Control de impulsos y Trastorno Explosivo Intermitente (TEI)

Actualizado: 25 abr 2022





Hacíamos referencia en la viñeta anterior a la expresión descontrolada de la ira. Decíamos que es plenamente entendible que en medio del contexto de pandemia COVID-19 se multipliquen las condiciones propicias para la aparición de la ansiedad, el estrés, la irascibilidad, el miedo y la incertidumbre, entre otras emociones y respuestas del organismo frente a la situación que se vive. Una gestión defectuosa de dichas emociones o reacciones puede potenciar el estrés, ansiedad o ira a la base, ante la constatación de no poseer las herramientas adecuadas para abordarlas, reproduciendo así una dinámica de descontrol sobre sí mismo.


Cuando atravesamos momentos complejos como sociedad, como familias y como personas, es relevante contar con recursos asociados al autocontrol y manejo de los impulsos. De hecho, este tipo de habilidades pueden resultar decisivas en relación con el cuidado de un buen ambiente familiar, de las relaciones con quienes convivimos o más compartimos, la preservación de nuestra fuente laboral o el resguardo del propio bienestar mental y emocional.


Control de impulsos


Nadie posee un control pleno de sus impulsos y emociones. Nadie pasa toda su vida como si la razón dominara sin fallas el campo afectivo y emocional, mucho menos en una sociedad como la que tenemos, tan interconectada, tan exigente productivamente, tan agobiante, tan rápida, tan ajena en ocasiones a las necesidades de todos y todas. En realidad, el desafío no consiste siquiera en que nuestra dimensión emocional, afectiva e impulsiva sea dominada por la dimensión cognitiva o racional, sino más bien, que el conjunto de nuestras energías, fuerzas y capacidades sean expresadas y desarrolladas en sintonía con el bienestar personal, de las personas que nos rodean y de toda la sociedad de la cual somos parte.


En este sentido, cuando existe un problema para controlar las emociones y el comportamiento en diferentes situaciones, podemos hacer referencia a un trastorno del control de los impulsos, los cuales “se caracterizan por la tendencia a ejecutar acciones demasiado rápido, de forma irreflexiva y/o irracional y la incapacidad para inhibir dichas acciones una vez que se han puesto en marcha” (fuente: https://www.elpradopsicologos.es/).


Prosiguiendo con la definición, el portal recién citado explica que “la persona que padece un problema de autocontrol no es capaz de resistir una tentación, impulso o deseo. También se aprecia una tendencia a la búsqueda de gratificación inmediata, a expensas de las metas a largo plazo; es decir, esa persona no piensa en las consecuencias de sus actos más allá del presente” (fuente: https://www.elpradopsicologos.es/).


El caso del Trastorno Explosivo Intermitente (TEI)


El Trastorno Explosivo Intermitente (TEI), de acuerdo al DSM-5 (“Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”, quinta edición, 2013) es un tipo particular de trastorno del control de los impulsos, que “se caracteriza por la presencia de un patrón aleatorio de reactividad conductual agresiva y desproporcionada sin un motivo ni objetivo concreto, ocasionando alteraciones o perjuicios graves en el entorno físico y social y el propio individuo” (fuente: https://www.fundacioncadah.org/).


Criterios diagnósticos del TEI


De nuevo según el DSM-5, los criterios diagnósticos que permiten referir la presencia de un TEI, son (fuente: https://www.fundacioncadah.org/):


Arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad, manifestada por un de los siguientes aspectos:

a) Agresión verbal (berrinches, pataletas, disputas verbales, peleas…) o agresión física contra la propiedad (pública o privada), animales u otras personas, en promedio de 2/semana, durante un periodo de 3 meses.


b) 3 arrebatos en el comportamiento que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión física con lesiones a animales u otras personas, sucedidos en los últimos 12 meses.

Sin previo aviso: los arrebatos propios del TEI presentan un inicio rápido y sin avisar.

Magnitud desproporcionada: la agresividad expresada durante los arrebatos recurrentes es bastante desproporcionada con respecto la provocación o cualquier factor estresante psicosocial desencadenante.

No existe intencionalidad: los arrebatos agresivos recurrentes no son premeditados (es decir, son impulsivos o provocados por la ira), ni persiguen ningún objetivo tangible (por ejemplo: dinero, poder o intimidación).

Impacto negativo: los arrebatos agresivos recurrentes provocan un gran malestar en la persona que los padece, alteran su rendimiento laboral-académico y/o sus relaciones personales (pareja, familia, amigos) o tienen consecuencias económicas o legales (detección, multas, retirada de permisos, etc.).

El individuo debe ser mayor de 6 años o un grado de desarrollo equivalente.


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