Contexto social
La pandemia de COVID-19 a la que nos hemos visto expuesta como sociedad y como sociedades a lo largo y ancho de casi todo el mundo, ha venido a dificultar los procesos sociales en curso, como asimismo los procesos vivenciados en las esferas más íntimas, en las dimensiones familiar y psicológica que hasta entonces se desenvolvían con relativa “normalidad”. Desde Centro Brújula sostenemos que dichas dificultades suponen tanto un desafío como una oportunidad de superación.
En este contexto, múltiples factores de riesgo para las personas se potencian, tales como: la obligación de permanecer en confinamiento, compartiendo espacios comunes más tiempo que el habitual, muchas veces en ambientes reducidos en situación de hacinamiento; problemas económicos para el entorno familiar, cesantía o disminución importante de los ingresos percibidos; problemas asociados al consumo de alcohol y drogas; la distorsión de las rutinas educativas de niños, niñas y niñes; o la posibilidad creciente de que en contexto de encierro ocurran situaciones de Violencia Intra Familiar (VIF), sobre todo de un hombre hacia una mujer, en diferentes modos e intensidades, todo lo cual da cuenta de una expresión social de la violencia machista reproducida en el escenario familiar.
En esta línea, como Centro Brújula pensamos que una temática relevante de abordar e informar se relaciona con la expresión de la ira y su manejo, en perspectiva de la prevención o tratamiento de eventuales relaciones violentas en el entorno social y familiar.
Acerca de la ira
Un primer aspecto a tener en consideración es que se debe distinguir entre la ira y lo que podemos entender como ira patológica.
Al respecto, el doctor Alejandro Koppmann, psiquiatra de Clínica Alemana, señala que “es normal sentir rabia en relación a un hecho particular y responder de manera proporcional a ello. Sin embargo, cuando este sentimiento aparece sin motivo o de forma exagerada en relación al estímulo, y se mantiene por más tiempo del que corresponde, es patológico”. Siguiendo con el argumento, nos explica el psiquiatra que “la rabia sana o en parámetros normales moviliza cambios en el ambiente y se presenta con matices o grados, pero una rabia patológica deja al individuo rígido, incapaz de buscar soluciones; en otras palabras, lo 'ciega'” (fuente: https://www.clinicaalemana.cl/).
Como tal, la ira es un estado emocional que varía en intensidad, desde una irritación leve hasta una furia intensa, la cual se presenta ante situaciones que se perciben como una injusticia o ante algo que se interpone en la consecución de objetivos personales, reduciendo el miedo y generando la energía necesaria para actuar (fuente: https://www.sanitas.es/). Como otras emociones, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos, pudiendo provocar elevación de la frecuencia cardíaca y presión arterial, como asimismo de los niveles de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina (fuente: https://www.apa.org/).
Consejos para manejar la ira
Posiblemente has presentado, en medio de la pandemia, dificultades para manejar tus emociones, particularmente en relación con la ira. Puesto que la situación de confinamiento y crisis sanitaria conlleva un conjunto de restricciones y privaciones que pueden hacerte sentir frustración, personas queridas que no puedes ver, o quizás que han enfermado, actividades sociales que no puedes disfrutar, etc., combinado con temor e incertidumbre por el panorama sanitario y económico. Todo eso está completamente dentro de lo normal para cualquier persona, lo importante es que seas capaz de administrar tus emociones y canalizarlas adecuadamente.
Desde Centro Brújula reproducimos una serie de consejos que te ayudarán a manejar la ira (fuente: https://psicologiaymente.com/):
1. No acumular ira, sino gestionarla adecuadamente. ¿Cómo poder gestionarla? Por ejemplo, a través de una comunicación asertiva, respetuosa pero clara. No en el momento mismo del enfado, sino después, más tarde cuando ya las cosas se han enfriado.
2. Evitar la mentalidad de ganador/perdedor. Las relaciones, como la vida, no son cosa de imponerse sobre el otro u otra, sino de construir armoniosamente con empatía por los demás. De esta manera, se reducirán considerablemente las situaciones que producen frustración.
3. Reflexionar acerca de las causas y consecuencias de nuestra irascibilidad. Pensar en ello y analizar si nuestra reacción emocional es realmente justificada y conveniente.
4. Descansar lo suficiente. “Cuando estamos agotados física o mentalmente, nuestras reacciones de ira y los impulsos agresivos son más frecuentes y tenemos menos herramientas para gestionarlos. Por este motivo es necesario descansar y dormir las horas necesarias: tanto en el plano cuantitativo (dormir mínimo 8 horas) como en lo cualitativo (descansar bien)”.
5. Relajación, meditación, autocontrol. “La relajación es la mejor manera de prevenir los ataques de ira. Existen distintas formas de relajarse: practicar deporte, el yoga, la meditación, el Mindfulness, tomar un baño de agua caliente o cualquier método que pase por distraer la mente y llevarnos a un estado de positividad”.
6. Evitar situaciones y personas irritantes. “Debemos evitar encontrarnos en situaciones que sabemos pueden aumentar nuestra ira o llevarnos a un estado negativo. También es probable que conozcas ciertas personas que te irriten especialmente (las temidas personas tóxicas)”.
7. Terapia con un psicólogo. “La ayuda de un psicoterapeuta profesional y acreditado puede ayudar decisivamente a gestionar este tipo de reacciones emocionales, sobre todo cuando ha llegado un punto en que los comportamientos agresivos derivados de un mal control de la ira son frecuentes”.
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