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Sobre el control de la ansiedad


Muy probablemente una frase que habrás escuchado con frecuencia en estos tiempos de pandemia por parte de familiares, amistades u otras personas cercanas, es la referencia a encontrarse sintiendo ansiedad. O que “aparecen” momentos de ansiedad más repetitivos e intensos que los que eran conocidos. Incluso, tú mismo/a puedes estar seguro/a de haber experimentado aquel problemático estado que llamamos ansiedad. Pero ¿qué es precisamente la ansiedad?


La ansiedad es una respuesta anticipatoria de nuestro organismo que se activa cuando percibimos una posible situación futura como amenazante para nuestra supervivencia o bienestar. (1)

La misma referencia recién visitada nos indica que “en muchas ocasiones, una respuesta de ansiedad puede ser normal y adaptativa. Sin embargo, cuando la respuesta de ansiedad se da de manera desproporcionada, se alarga más de lo debido en el tiempo o se generaliza a otras situaciones (que no lo ameritan objetivamente), aparecen los problemas de ansiedad”.


Algunos de los síntomas más frecuentes


De acuerdo al portal “Área Humana” la ansiedad presenta tres vías principales a través de las que se expresa (2):


a) La cognitivo-afectiva, es decir, lo que pensamos y lo que sentimos: por este medio la ansiedad se manifiesta en la forma de anticipaciones que resultan obstaculizantes o inhabilitantes, preocupaciones, temores, inseguridades, ideas repetitivas e intrusivas, sentimientos y conceptos negativos sobre nosotras y nosotros mismos, pensamientos de carácter irracional y negativo, ideas catastróficas, sensación de culpa o vergüenza, etc. Pueden expresarse también dificultades para concentrarse o prestar atención, así como alteraciones en la memoria. Asimismo, la ansiedad puede expresarse como un temor al mero síntoma ansioso, por ejemplo, cuando se sufre miedo a “volverse loco/a” o miedo “a morir” (en este momento), lo cual detona y reproduce el episodio de ansiedad.


b) La fisiológica, esto es, lo que sentimos en nuestro cuerpo, el conjunto de manifestaciones sensibles y corporales: sudoración, temblores, molestias estomacales, hiperventilación, aumento del ritmo cardíaco, opresión en el pecho, mareos, sensación de ahogo, náuseas, vómitos, tensión muscular, fatiga, sensación de “hormigueo” en la cabeza, nuca u otras zonas, alteraciones del sueño, etc.


c) Y la conductual, quiere decir, lo que hacemos, nuestras respuestas conductuales y la actitud con que lo hacemos: morderse las uñas, arrancarse los pelos, comer más que de costumbre, fumar, recurrir en exceso a la ingesta alcohólica u otro tipo de drogas con el fin de “calmarse” o “sentirse seguro/a”, evitar situaciones a las que se teme, etc. Asimismo, puede presentarse un constante estado de alerta e hipervigilancia, impulsividad, agitación motora o hiperactividad, como también cambios en la expresividad corporal o lenguaje corporal, apareciendo posturas rígidas, movimientos imprecisos y cambios en la voz. Debido a las diversas dificultades para sociabilizar, pudiera ocurrir una tendencia al aislamiento o problemas varios para entablar vínculos sociales. (3)


Por supuesto, el ejercicio de separar la sintomatología en estas tres áreas tiene un propósito meramente analítico, dado que en la realidad todo esto se manifiesta de manera combinada, irregular y más o menos “amorfa”.

Por ejemplo, yo siento temor a hablar en público. Me doy cuenta de eso porque es algo que en ocasiones me toca hacer por mi profesión. Y asocio que, en verdad, “siempre” me han provocado cierta ansiedad las situaciones que me exponen socialmente. De modo que, ante la inminencia de un evento como tal, comienzo a sentir dolores estomacales y náuseas (fisiológico); empiezo a pensar en la idea de ausentarme, porque me puede salir mal, se me va a trabar la lengua, se me olvidará lo que tengo que decir, se van a reír (cognitivo-afectivo); y presento mis excusas de ausencia (conductual) porque “estoy enfermo/a”, lo cual no deja de ser cierto, solo que es un síntoma de la ansiedad; finalmente, el no haberme presentado me calma, los dolores estomacales desaparecen al segundo de haber mandado el correo, pero comienza a invadirme una sensación de vergüenza por no haber sido capaz de enfrentar el reto, asociado a un autoconcepto de minusvalía e inseguridad (cognitivo-afectivo), lo cual refuerza mi ansiedad ante sucesivos eventos de exposición social.


Diferencia entre ansiedad y trastorno de ansiedad


No es lo mismo experimentar ansiedad una o unas cuantas veces que padecer un trastorno de ansiedad. Muchas veces esta cuestión no es considerada y en el lenguaje cotidiano decimos estar sufriendo una “crisis de ansiedad” o “ataques de ansiedad”, cuando técnicamente quizás no es tal y se trate de algo más pasajero y contingente, o al contrario, podemos creer que solo nos sentimos “nerviosos/as” cuando a la base se desarrolla un trastorno ansioso.

En general, la ansiedad como emoción o respuesta natural (e incluso, positiva) será transitoria, desapareciendo cuando el estímulo amenazante no se encuentre presente. En cambio, en la ansiedad como trastorno la respuesta emocional puede mantenerse aún sin la presencia del estímulo, de forma anticipatoria y el miedo que se siente hacia este estímulo será excesivo en relación al peligro real que representa.(4)


Por otro lado, el DSM-V y el CIE-10 realizan las clasificaciones psicopatológicas de acuerdo con criterios diagnósticos altamente complejos, donde se considera por ejemplo el tiempo de permanencia de determinada sintomatología, la frecuencia con que se manifiesta de manera semanal, una cantidad mínima de rasgos que deben interrelacionarse para dar cuenta de que estamos en presencia de tal trastorno, etc. Además, en la práctica, por lo general estas evaluaciones las desarrollan equipos que intercambian sus opiniones después de haber observado y entrevistado a la persona a lo menos en un par de ocasiones. De tal manera que nuestro llamado va en el sentido de evitar el “auto-diagnóstico” y, más allá de eso, la “auto-patologización” ante situaciones que, de una u otra manera, a todas y todos nos afectan en nuestra vida cotidiana. De cualquier modo, si tiene dudas o siente que le sería útil un apoyo psicológico, consulte por una asesoría profesional.


Para su conocimiento, los trastornos de ansiedad clasificados por el DMS-V y CIE-10, son:

1. Trastorno de ansiedad generalizada.

2. Trastorno de ansiedad social.

3. Trastorno de ansiedad por separación.

4. Agorafobia.

5. Trastorno de pánico.

6. Mutismo selectivo.

7. Fobias simples.

8. Trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos.

9. Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica.

10. Trastorno mixto ansioso-depresivo.

11. Trastorno obsesivo-compulsivo.

12. Reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación.

13. Trastornos disociativos (de conversión).

14. Trastornos somatomorfos.

15. Otros trastornos de ansiedad específicos y no específicos. (5)


Para no abundar en esta viñeta en el tema de los trastornos de ansiedad que no es el objetivo central, lo/a invitamos a profundizar en cada uno de los tipos en la fuente referida.


Referencias:

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